El Papa Francisco presidió la misa del Jueves Santo con un mensaje centrado en la importancia del arrepentimiento y la compunción.
Ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó la historia de Pedro, quien negó a Jesús antes de su crucifixión, pero luego se arrepintió amargamente.
Francisco explicó que el arrepentimiento implica un corazón abierto y herido que permite el perdón de Jesús.
Comparó la compunción con un aguijón benéfico que quema por dentro y cura, destacando que no se trata de autocompasión, sino de un reconocimiento sincero del propio pecado.
Durante la misa, el Papa bendijo los óleos sagrados que se utilizarán en los sacramentos durante el año, y los sacerdotes presentes renovaron sus promesas de ordenación.
En un llamado a la reflexión, el Papa recordó a los presentes, incluidos cardenales, obispos y sacerdotes, la importancia de comprender el verdadero significado de la compunción y evitar caer en la autocompasión.
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